El diseño de interiores y la arquitectura cobran cada vez más importancia en los centros de salud. Se busca eliminar la frialdad de los antiguos edificios y lograr un ambiente más humanizado.
Todo blanco y con olor a alcohol. Pocas ventanas para mantener la aislación y disminuir los ruidos exteriores. Salas de espera que se acomodan en los corredores, sin cuadros en la paredes y con muchos tubo luz. Todas estas son imágenes comunes cuando se piensa en un hospital. Pero todas estas están próximas a su fin. Ahora los centros de salud apuestan a un concepto hotelero y humano.
"Se busca que el paciente tenga la sensación de que está en un espacio amigable, en el que la internación se da en un lugar lo más doméstico posible", cuenta el arquitecto Marcelo Danza, especialista en arquitectura hospitalaria. El concepto llega de la mano con una nueva idea de los tratamientos, en donde "la sanación no es sólo física, sino también emocional", explica Flavio Morán, docente de Diseño de Interiores de Universidad ORT.
En complemento al trabajo de los médicos y los profesionales de la salud, se entiende que la mejora de los estímulos exteriores, favorece la predisposición a recuperarse. Por eso desde el mobiliario hasta los colores están tendiendo a cambiar.
Con solo ver las paredes blancas, aparentemente inmaculadas, el sentido de alarma se dispara. El paciente sabe que está en un lugar poco amigable. Por eso, el mito de que la blancura es sinónimo de limpieza, está siendo destruido por los diseñadores. "Cada color tiene su aporte", dice Morán, y ejemplifica: "El verde genera armonía, el rojo excita y el azul se traduce en serenidad".
Los colores claros y en tono pastel, que reflejan la luz y son más cálidos, tienden a ser los más utilizados. El blanco pleno, en cambio, "se usa poco porque termina encandilando a los usuarios", indica Danza.
"El uso del color permite humanizar los espacios sanitarios, creando ámbitos más cálidos y, por lo tanto, más agradables para el paciente, los acompañantes y el personal", dice el arquitecto Gabriel Mazzucchelli.
Todo no pasa por los colores ni por qué un tono en específico, sino en la combinación de los elementos dentro de una sala. A veces los tonos intensos se acotan a una pared, a un mueble o a ilustraciones. Sobre todo en centros pediátricos, en donde la idea es aproximar el lenguaje a lo comprensible por el niño.
"No vamos a pensar que un hospital pediátrico se debe transformar en un jardín de infantes, pero sí se debe buscar elementos artísticos, colores, materiales y juegos que hagan que el niño (que por su malestar se siente en un estado grave) comience su mejoría apropiándose del espacio", explica Morán, quien coordinó los proyectos de rediseño del primer piso pediátrico del Hospital Pereira Rossell (ver nota aparte).
La iluminación también juega su pasada. "La tendencia es que haya contacto con lo natural: la luz, los vegetales y los patios interiores", dice el docente de ORT. "Uno de los principales traumas que genera el CTI es que el paciente no sabe si es de día o de noche, si llueve o no y hace que se pierda la noción del tiempo", cuenta Danza.
Las nuevas tecnologías facilitan el trabajo con la población que está internada. "En el caso hospitalario siempre primó la idea del control: tener todo a la vista del médico", dice Morán. Ahora, los equipos de monitoreo permiten el seguimiento de los pacientes sin necesidad de una visión cara a cara. Esto hace que no se tengan que confeccionar grandes salas, con muchas camas, en las que las enfermeras quedan ubicadas en el centro, explican los arquitectos.
Estos espacios son amoblados con "elementos que deben ser funcionales", advierte el arquitecto Nicolás Guerra. Y agrega: "Deben ser higiénicos, prácticos, ergonométricos y en su conjunto dar una imagen más residencial y no tan hospitalaria".
Todo blanco y con olor a alcohol. Pocas ventanas para mantener la aislación y disminuir los ruidos exteriores. Salas de espera que se acomodan en los corredores, sin cuadros en la paredes y con muchos tubo luz. Todas estas son imágenes comunes cuando se piensa en un hospital. Pero todas estas están próximas a su fin. Ahora los centros de salud apuestan a un concepto hotelero y humano.
"Se busca que el paciente tenga la sensación de que está en un espacio amigable, en el que la internación se da en un lugar lo más doméstico posible", cuenta el arquitecto Marcelo Danza, especialista en arquitectura hospitalaria. El concepto llega de la mano con una nueva idea de los tratamientos, en donde "la sanación no es sólo física, sino también emocional", explica Flavio Morán, docente de Diseño de Interiores de Universidad ORT.
En complemento al trabajo de los médicos y los profesionales de la salud, se entiende que la mejora de los estímulos exteriores, favorece la predisposición a recuperarse. Por eso desde el mobiliario hasta los colores están tendiendo a cambiar.
Con solo ver las paredes blancas, aparentemente inmaculadas, el sentido de alarma se dispara. El paciente sabe que está en un lugar poco amigable. Por eso, el mito de que la blancura es sinónimo de limpieza, está siendo destruido por los diseñadores. "Cada color tiene su aporte", dice Morán, y ejemplifica: "El verde genera armonía, el rojo excita y el azul se traduce en serenidad".
Los colores claros y en tono pastel, que reflejan la luz y son más cálidos, tienden a ser los más utilizados. El blanco pleno, en cambio, "se usa poco porque termina encandilando a los usuarios", indica Danza.
"El uso del color permite humanizar los espacios sanitarios, creando ámbitos más cálidos y, por lo tanto, más agradables para el paciente, los acompañantes y el personal", dice el arquitecto Gabriel Mazzucchelli.
Todo no pasa por los colores ni por qué un tono en específico, sino en la combinación de los elementos dentro de una sala. A veces los tonos intensos se acotan a una pared, a un mueble o a ilustraciones. Sobre todo en centros pediátricos, en donde la idea es aproximar el lenguaje a lo comprensible por el niño.
"No vamos a pensar que un hospital pediátrico se debe transformar en un jardín de infantes, pero sí se debe buscar elementos artísticos, colores, materiales y juegos que hagan que el niño (que por su malestar se siente en un estado grave) comience su mejoría apropiándose del espacio", explica Morán, quien coordinó los proyectos de rediseño del primer piso pediátrico del Hospital Pereira Rossell (ver nota aparte).
La iluminación también juega su pasada. "La tendencia es que haya contacto con lo natural: la luz, los vegetales y los patios interiores", dice el docente de ORT. "Uno de los principales traumas que genera el CTI es que el paciente no sabe si es de día o de noche, si llueve o no y hace que se pierda la noción del tiempo", cuenta Danza.
Las nuevas tecnologías facilitan el trabajo con la población que está internada. "En el caso hospitalario siempre primó la idea del control: tener todo a la vista del médico", dice Morán. Ahora, los equipos de monitoreo permiten el seguimiento de los pacientes sin necesidad de una visión cara a cara. Esto hace que no se tengan que confeccionar grandes salas, con muchas camas, en las que las enfermeras quedan ubicadas en el centro, explican los arquitectos.
Estos espacios son amoblados con "elementos que deben ser funcionales", advierte el arquitecto Nicolás Guerra. Y agrega: "Deben ser higiénicos, prácticos, ergonométricos y en su conjunto dar una imagen más residencial y no tan hospitalaria".
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