lunes, 7 de mayo de 2012

CAMPAÑA DEL ENFERMO 2012


Les adjuntamos el material que la Delegación de Pastoral de la Salud ha elaborado para la celebración del Día del Enfermo que se celebrará el próximo día 13 de mayo, el próximo domingo.

 

VI Domingo de Pascua – 13 de Mayo

Pascua del Enfermo

Tema: El poder curativo de la fe

Lema: “Levántate, vete; tu fe te ha salvado” (Lc 17, 19)


Sugerencias pastorales
·         La Pascua del Enfermo es el acto gozoso y festivo que clausura la Campaña del Enfermo. En todo este tiempo de la campaña hemos intentado crear en nuestras comunidades una mayor sensibilidad hacia los miembros enfermos y un compromiso por la promoción de la salud.
·         La Pascua del enfermo ha de ser una gran fiesta para la parroquia, el hospital o la comunidad, y se puede aprovechar para movilizar a toda la comunidad y, teniendo en cuenta siempre la realidad de cada enfermo, hacer todo lo posible para que estén presenten en las celebraciones.
·         Cuando no sea posible la presencia de los enfermos en la celebración, la comunidad ha de esforzarse para hacerse presente en el domicilio, con respeto y delicadeza, preparando el encuentro con el enfermo y su familia.
·         Al haber tenido como tema en la Jornada Mundial del Enfermo, el 11 de febrero, “la gracia especial de los sacramentos de sanación”, quizá sea conveniente la celebración comunitaria de la Unción de Enfermos. Será muy importante una buena preparación, teniendo en cuenta quiénes son los sujetos de la Unción –no se debe banalizar el sacramento por quitar los aspectos negativos que para muchos cristianos tiene el sacramento– y darle todo el sentido del Sacramento.
·         A tal efecto, conviene recordar algunos párrafos del Ritual de la Unción y Pastoral de Enfermos:
“La santa Unción debe ser conferida con todo cuidado y diligencia a los fieles que, por enfermedad o avanzada edad, vean en grave peligro su vida. Puede darse la santa Unción a los ancianos, cuyas fuerzas se debilitan seriamente, aun cuando no padezcan una enfermedad grave.” (RUPE 8,11)
“Es muy aconsejable, al menos alguna vez durante el año, y siempre que sea posible, la celebración comunitaria y colectiva, si hay varios enfermos capaces de trasladarse a un mismo lugar. Tales celebraciones, bien organizadas, valdrían por muchos sermones para el cambio de mentalidad que se desea.” (RUPE 66)


Monición de entrada

Bienvenidos a la eucaristía en este VI domingo de Pascua, en el que se nos invita a tener un recuerdo y una oración para el mundo de la salud y la enfermedad, para los enfermos, sus familias y los profesionales de la salud. Es la Pascua del enfermo y en ella recordamos a todos los que trabajan y viven junto al dolor y el sufrimiento poniendo esperanza a la vida.
Nos reunimos en torno a la mesa para fortalecer y expresar la unión con Cristo y con los hermanos. Cristo, el Señor Resucitado, nos invita a amarnos como él nos ha amado y a encontrar en la fe del Bautismo la fuerza para amar y vivir. Unidos a Él podremos amar a cada persona como él mismo nos ama.
Que la eucaristía ayude a nuestra comunidad parroquial a tener al Señor como raíz, centro y modelo de nuestra vida cristiana. Que su Espíritu nos convierta en testigos de su amor en medio del mundo.

Acto Penitencial

La misericordia de Dios se ha manifestado en Jesucristo, unidos a Él podemos vivir y amar como Él nos ha amado. Humildemente pedimos perdón al Señor por nuestras faltas de fe, de esperanza y de amor.
-       Por no aceptar la acción transformante de tu amor en nosotros. Señor, ten piedad.
-       Por separar la comunión contigo de la caridad con los demás. Cristo, ten piedad.
-       Por no ser testimonio de tu presencia viva y permanente en medio de este mundo. Señor, ten piedad.

Monición a las lecturas

En casa de Cornelio y movido por el Espíritu Pedro acoge en la Iglesia y pide que sean bautizados los paganos con un mínimo pero esencial requisito: aceptar a Cristo como el Señor y vivir conforme a su palabra. El salmo 97 es nuestra respuesta de alabanza y proclamar la grandeza de la salvación a todas las naciones.
La nueva vida en el Espíritu se caracteriza por la imitación del amor de Dios manifestado en Cristo. Nuestra vocación al amor tiene su origen en el mismo amor de Dios que lleva a una amistad íntima con Cristo y a una novedad del mandamiento: amarnos como Él nos ha amado, esta es la vida que hace palpable su presencia.



Celebración comunitaria de la Unción de Enfermos

(Terminada la homilía, si se juzga oportuno, tiene lugar la celebración comunitaria del sacramento de la Unción de Enfermos, que se desarrolla siguiendo el esquema propuesto a continuación)

Queridos hermanos: En el Evangelio leemos que nuestro Señor Jesucristo curaba a los enfermos, que acudían a Él en busca de salud. Él mismo, que durante su vida sufrió tanto por los hombres, está ahora presente en medio de nosotros, reunidos en su nombre, y nos dice por medio del apóstol Santiago: “¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, y que recen sobre él, después de ungirlo con óleo, en nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo curará, y, si ha cometido pecado, lo perdonará”.
Pongamos, pues, a nuestros hermanos enfermos en manos de Cristo, que los ama y puede curarlos, para que les conceda alivio y salud.

(En este momento el sacerdote, en silencio, impone las manos sobre la cabeza de cada uno de los enfermos. A continuación, se dice la siguiente oración de acción de gracias sobre el Óleo de los Enfermos.)

-       Bendito seas, Dios, Padre todopoderoso, que por nosotros y por nuestra salvación enviaste tu Hijo al mundo.
Bendito seas por siempre, Señor.

-       Bendito seas, Dios, Hijo unigénito, que te has rebajado haciéndote hombre como nosotros, para curar nuestras enfermedades.
Bendito seas por siempre, Señor.

-       Bendito seas, Dios, Espíritu Santo Defensor, que con tu poder fortaleces la debilidad de nuestro cuerpo.
Bendito seas por siempre, Señor.

Mitiga, Señor, los dolores de estos hijos tuyos, a quienes ahora, llenos de fe, vamos a ungir con el óleo santo; haz que se sientan confortados en su enfermedad y aliviados en sus sufrimientos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

(El sacerdote toma el óleo y unge a los enfermos en la frente y en las manos, diciendo la siguiente oración)

Por esta santa Unción y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo. Amén.
Para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad. Amén.

(Una vez finalizada la unción, se recita la Oración de los Fieles de la manera que se indica a continuación)

El Espíritu Santo que nos empuja a amar, ora en nosotros y nos hace llamar Padre a Dios. Le presentamos al Señor nuestras súplicas.
         Para que la Iglesia, guiada por la Espíritu Santo, anuncie al mundo, a través de la caridad, la presencia vivificadora y salvífica de Jesucristo. Roguemos al Señor.

         Para que los responsables de las naciones, en instituciones políticas, económicas y sociales trabajen por la libertad y la salud de los pueblos. Roguemos al Señor.

         Para que los enfermos en sus dolores, angustias, y limitaciones, se apoyen en la fuerza de la fe y, en la comunidad cristiana, encuentren ayuda y consuelo. Roguemos al Señor.

         Para que los que sufren por causa del rechazo, la violencia, la indiferencia, la falta de amor, la presencia de los cristianos como continuación del amor de Jesucristo, les ayude a experimentar el gozo renovador del amor de Dios. Roguemos al Señor.

         Para que los que asisten a los enfermos y cuantos luchan contra la enfermedad, que sean fortalecidos en su entrega y sus servicios. Roguemos al Señor.

         Para que todos nosotros, presentes en la eucaristía, animados por el Espíritu Santo amemos a nuestro prójimo a la medida del amor de Jesucristo. Roguemos al Señor.


Oremos. Te rogamos, Redentor nuestro, que por la gracia del Espíritu Santo, cures el dolor de estos enfermos, sanes sus heridas, perdones sus pecados, ahuyentes todo sufrimiento de su cuerpo y de su alma y les devuelvas la salud espiritual y corporal, para que, restablecidos por tu misericordia, se incorporen de nuevo a los quehaceres de su vida. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

(Continúa la celebración de la Eucaristía con el Credo e inmediatamente sigue el ofertorio)

(Antes de finalizar la celebración se puede recitar comunitariamente la siguiente oración que se habrá repartido previamente)
 

Oración después de la comunión

Nos has bendecido, Señor,
con el don de la fe que sana y salva
y en la que todo encuentra sentido.
Señor,
en momentos de duda y desconcierto,
cuando se imponen el dolor y el miedo
o domina el sufrimiento: aumenta nuestra fe,
para descubrir tu amor entrañable,
tu misericordia que sana las heridas,
tu voluntad de conducirnos a la plenitud.
Señor,
que en cada acontecimiento de la vida,
en la salud o en la enfermedad,
en la alegría o en el llanto,
pasemos haciendo el bien,
siendo testigos de tu amor que salva.
Amén

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